PEÑA «LA VELA»

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BREVE HISTORIA DE LA «PEÑA LA VELA»

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Sobre el año 1977 aproximadamente, un grupo de amigos decidieron tener un sitio donde reunirse para pasar unos ratos agradables, o sea, hacer una peña. El lugar elegido fue «la chotera de Mingo», situada donde todos sabemos. Lugar bastante agradable y confortable, ya que en el techo había un trillo con las gallinas por encima y los chicos debajo. Por supuesto que no había luz, así es que la forma de ver cuando se hacía de noche era con velas, de ahí el nombre que se le dio al sitio, peña «La Vela».

Después del segundo año, los ingenieros de la cuadrilla decidieron que había que hacer algunas obras y remodelaciones en el lugar. Se empezó por diseñar y poner el cielo raso utilizando la última tecnología del momento, o sea cogiendo unos sacos de plástico de los de los abonos y agarrándolos a la pared con tachuelas y con chapas de las botellas de cerveza.

Con el tiempo se empezó a pensar en nivelar el suelo; se pusieron manos a la obra; y cuando se acabó salieron de 2 a 4 alturas del suelo. El fallo se achacó al proyecto, ya que la obra estaba bien realizada.

La mesa de la peña era una de aquellas mesas que tenían las Madres para la máquina de coser, pero sin máquina claro.

Cuando había que hacer melocotonada, cada uno iba a casa y traía un litro de vino para luego echarlo todo junto en alguna tinaja, garrafa u otro cacharro; y con los ingredientes correspondientes, como el melocotón, el azúcar, etc. hacer una buena melocotonada. Algunas veces, alguno venía diciendo «me ha dicho mi Madre que no tengo». Cuando ya la melocotonada estaba a punto para su consumo, la sorpresa era que de tanto catarla y catarla para ver como sabía, algunas veces ya no quedaba nada.

Al tercer año se decidió que aparte de cascar los de la peña, tenía que hablar más gente y después de unas cuantas y tensas reuniones se acordó llevar una radio.

También en ese año hubo la primera fusión de peñas: la peña «Los Quintos» se fusionó con la peña «La Vela». Esto ocurría aproximadamente sobre el año 1980.

Después de esta famosa fusión, se diseñaron nuevos estatutos y se decidió cambiar de local. El local elegido fue «La casa de la ta Pepa», en la sala de arriba. A esta renovada peña «La Vela», ya tuvieron también acceso las chicas. Ya había roce. De la radio se pasó a comprar el primer tocadiscos. Muchos cambios a la vez, que a algunos les costó bastante adaptarse a la nueva situación.

Una de las primeras decisiones que tomaron los chicos, fue ir a comprar a la farmacia los famosos polvos llamados «cachondina», que ya os podéis imaginar para que eran. Después de entrar a la farmacia y pedir tal condimento, la dependienta que había al no entender lo que se le pedía y poner cara rara, mezcla de extrañeza y sorpresa, llamó al dueño, el cual muy educadamente atendió a la petición.

En la peña se empezó a proyectar cine mudo y cine……..

Muchos domingos por la tarde, cuando no se tenía nada que hacer caía una botella de pigman y media de larios para cuatro. Las botellas de anís también hacían algún que otro acto de presencia. Se empezó a hacer baile, pero con velas para hacer honor al nombre de la peña. Con el tiempo se bajo a la sala de abajo. Algunas noches se recenaban huevos revueltos con todo lo que se tenía a mano, hechos en la sartén y a la lumbre del hogar.

Al año siguiente la peña se trasladó a un nuevo local «La cochera de Jesús Sanz», donde estuvo aproximadamente un año. La peña se distribuyó en dos departamentos perfectamente definidos: uno para los bailoteos y otro para beber y cascar.

Debido al desarrollo, dinamismo, entusiasmo, programación y a la gran organización que había en la peña, se fusionó otra peña más: la «Harlen». Y todos juntos a un nuevo local: el «local del Silo». Donde se estuvo aproximadamente desde 1982 hasta 1987.

Fueron unos años de gran auge. Era la mejor peña de la juventud de todos los pueblos de alrededor. Un gran diseño, un gran estilo, había zona de baile en plan discoteca, había cabina para el que ponía los discos, había zona de copas. En fin, no faltaba ningún detalle. Fue visitada por todo el pueblo, por todos los veraneantes, por todos los visitantes, forasteros y turistas. Era la peña más concurrida en las fiestas. Un año llegó a alcanzar la cantidad de hasta unos cincuenta componentes.

Después de esta época fabulosa, tuvo «La Vela» un pequeño bajón, pasó unos tiempos muy difíciles, tuvo una pequeña crisis y estuvo a punto de desaparecer. Pero debido al gran esfuerzo de todos sus magníficos componentes, volvió de nuevo a resurgir, si cabe, con mucha más fuerza y muchas más ganas.

Se buscan nuevos locales. Unas veces las reuniones son en la bodega de Alfonso, donde se comían los berberechos con cuchara. Bodega totalmente rústica, con todo el mobiliario de madera. Otras veces el local era la cochera de Donato. Entre estos dos locales se pasarían dos o tres años.

Era ya «La Vela» una peña mucho más asentada con un poco más de conocimiento, más responsable. Muchos y muchas, ya con parejas iban sentando la cabeza poco a poco.

Después de esta temporada, a remolque entre un sitio y otro, se buscó otro local, como la «Cochera de José Luis» de la parte de abajo, en el cual se estuvo aproximadamente unos dos años. Al cabo de ese tiempo se miró otra vez otro local. Y se opto por que fuera más estable y que durara más tiempo. No fue otro que «La cochera de Quinito».

La peña volvió a rejuvenecer, volvió a sus mejores tiempos. Poco a poco las parejas se iban casando. Venían los primeros hijos. Y así volvió a ser una peña muy numerosa. Este local fue el más duradero, unos cinco o seis años.

Debido al jaleo que se organizaba siempre en la cochera de Quinito, de sacar aperos y después meterlos. etc., cada vez que se hacía alguna comida, alguna cena o había que estar para las fiestas, una parte de componentes de la peña decidió buscar un local fijo. Unos estaban de acuerdo con la idea y otros no. Siendo totalmente voluntaria la participación o no en esta nueva idea. Al final, solo quedaron cinco componentes de la peña con sus respectivas parejas y sus chicos y chicas quienes se embarcaron en esta pequeña aventura. Y haciendo ya realidad el tercer local peñista del Pueblo.

El local, situado en la calle del Mesón, está en la misma zona que otros locales que ya habían sido ocupados por «La Vela»; como son «La casa de la ta Pepa», «La cochera de Jesús Sanz» o «La cochera de José Luis». Tal vez era una premonición que el local definitivo acabara por esa zona.

De momento es la peña desde su creación que más locales y barrios ha recorrido del pueblo.

Uno de los muchos logros de la peña Vela fue la reiniciación de las fiestas de San Blas.

El nuevo local es la antigua casa del to Alfredo y la ta Petra, la cual compraron los cinco socios. La obra fue bastante complicada. Después de estudiar bien a fondo la situación, se proyectó la obra de acorde con las posibilidades que daba la casa. Se enruno la bodega y después de asegurar bien el tejado, se tiraron y desescombraron las paredes internas de la vivienda, se levantaron pilares maestros y se apuntaló y aseguró muy bien toda la estructura.

La casa se dividió en dos plantas, cada una con sus respectivas entradas. La planta de arriba se destino para local de la «Peña Vela», y la planta de abajo para local de la «Peña Sevlo», excepto un pequeño cuarto para almacén.

La Vela, con su correspondiente cuarto de aseo está perfectamente diseñada por zonas: zona donde está instalada la cocina con su respectivo mostrador; zona de bar con su barra y sus pequeñas estanterías para botellas; zona de charla coloquio alrededor de la chimenea; zona de comedor para saborear esplendidas y sabrosas comidas, y zona de baile, donde a ritmo de canciones que suenan en un viejo tocadiscos se pasan unos ratos mas que agradables.

El flamante local, de estilo rústico con una combinación de colores bastante conseguida. Techo con sus correspondientes vigas a la vista. Chimenea con toques de piedra, traviesas, cerámica y pintura, a los cuales acompañan unos pequeños departamentos destinados a albergar la magnífica leña que hay en Olvés. Apliques y candelabros colgantes con forma de vela, diseñados por los propios socios de la peña. Terrazo adecuado conforme al propio ambiente del local. Calefacción natural, también de diseño propio. En fin, un sitio donde se esta muy agradablemente. Y como dice alguno de la peña «cada día me gusta más».

En el exterior de los locales sobresale un gran, extraordinario y excepcional letrero que combina perfectamente con la propia imagen de la fachada de los locales.

Y esta es a grandes rasgos la pequeña historia de la «Peña Vela». Pero como más vale una imagen que mil palabras, desde aquí invitamos a todas las personas que quieran, a visitar esta nueva maravilla de este magnifico y fantástico Pueblo que es OLVÉS.

PEÑA «LA VELA»