EL ARRIENDO DE LAS DEHESAS

El arriendo de los pastos de Olvés para el ganado. Antiguamente, El pastoreo en rastrojos, barbechos, terreno municipal común y terrenos particulares, era negociado entre pastores y el Ayuntamiento del pueblo. Con el tiempo, cuando se formó la Hermandad de Labradores y Ganaderos, este mandato paso a ser de dicha hermandad. La cual, la formaban 4 o 5 vecinos del pueblo, actuando uno de ellos como Presidente o Jefe de la hermandad y otro como secretario, los demás, como vocales. Dicho esto, los pasos a seguir para el arriendo, eran los siguientes.

El presidente de la hermandad tenía que pedir permiso a los propietarios de las fincas para que éstas se pudieran arrendar a los pastores. Para lo cual, mandaba al Aguacil del pueblo, puerta por puerta de los propietarios de las fincas, con un documento para que firmaran su consentimiento y así poder sacar sus fincas en arriendo o subasta.

Una vez concedidos los permisos, el jefe de la hermandad ponía fecha y hora en la cual se desarrollaría el acto del arriendo o subasta. Solía ser para el mes de noviembre, porque el arriendo eran años naturales, de enero a diciembre. Para que los vevinos se enteraran de la fecha y hora, el aguacil lo pregonaba y además lo colocaba en la tablilla. El arriendo era para dos años, bianual. El arriendo de las hierbas se realizaba por dehesas. El término se dividía en tres dehesas, la dehesa de valmayor, la dehesa de vallé y la dehesa del campo.

El día del acto, se reunían en el ayuntamiento, los pastores, la hermandad y todos los vecinos que quisieran presenciar el arriendo. El secretario de la hermandad, leía el pliego de condiciones y la normativa respecto al arriendo de los pastos. El jefe de la hermandad le decía al aguacil que fuera nombrando una por una las dehesas con el precio de salida. Normalmente el precio de salida anual de cada dehesa solía ser de 150.000 pts. las dehesas de valmayor y la de vallé y de 100.000 pts. la del campo.

El aguacil a toque de trompeta nombraba la primera dehesa y el precio, al ganadero que le interesaba, decía, cubro la subasta, y si no había ningún otro ganadero interesado en esa dehesa, el pastor que cubría la subasta se la quedaba. Pero si había algún otro ganadero que le inresaba, éste, pujaba por la dehesa con precio superior al de salida y así sucesivamente hasta que nadie pujaba más. Se la quedaba el que más había pujado. El mismo sistema con todas las dehesas. Las dehesas se pagaban trimestralmente.

A veces, una vez acordado el precio, los ganaderos se ponían de acuerdo entre ellos para señalar en qué términos iban a pastar o a través de subasta. Otras veces se ponían de acuerdo entre ellos y solamente había un subastante. Los Ayuntamientos prohibían durante un periodo de tiempo pastar en lugares donde se estropeara la cosecha.

Al término de la subasta, los ganaderos solían invitar a todos los asistentes a una caja de sardinas roñosas, chorizo y un boto de vino.