LOS PASTORES

En el pueblo, los últimos pastores han sido Lisardo San Higinio Mir y Salvador Gil.

Vamos a contar un poco, a grandes rasgos, el resumen de la vida de pastoreo de Lisardo. Nacío en Maluenda en el 34. A los 14 años se subió a vivir a Olvés, porque su familia se tuvo que transladar por el oficio de su padre, pastor. También su abuelo lo fue. Hasta los 17 años, se fue de zagal a Zaragocilla con el pastor José María Hernandez. Después fue a ganar el jornal para otre. También participó en la construcción de la carretera de tierra y piedras. A la mili. en Zaragoza, San José, cuartel Hernan Cortés, Puerta del Carmen, del 5 de montaña en el Rabal, los Leones. Al volver de la mili, al ganau con su padre. Con el tiempo, hicieron ganau propio. Cuando su padre se jubiló partió el ganau, Lisardo se quedo con la mitad, 120 cabezas y la otra mitad su padre, que las vendió. Se casó. A la vez tenían la carnecería del pueblo, que la llevaba su madre. Después se junto con sus tíos de Maluenda en sociedad, unos 8 años. Volvió con las ovejas a Olvés, tendría unas 140 cabezas.

Su día a día. Se levantaba al hacer de día. Iba a la paridera a dar vuelta a los animales, los habiaba y se iba a almorzar a casa y después a soltar el ganau. Encerraba en parideras de otre, en la de la Patricia que se la dejaba por la sigle, el estiercol de la oveja, el sirle, el cual es muy apreciado como abono. También estuvo en una paridera de Paracuellos y en otra en zaragocilla, se desplazaba con su moto. Todo esto hasta que ya en el año 92 se construyó su propia paridera en las afueras del pueblo. Solo la disfrutó un par de años, porque en 1994 se jubiló. La sigle que se generaba en la paridera también se vendía.

En invierno, todo el día en el monte. Al terminar la jornada, ya en la paridera, separaba a las que tenían corderos y aviaba todo el ganau hasta el día siguiente. Durante el verano, pastaban por la noche y las ovejas se recogían al mediodía debido al calor. Si hacía muchisma calor, a comer a casa. Y si no, igual se tiraba tres meses que no dormía mucho en casa, hasta que se motorizó.

Las ovejas parían normalmente una vez al año, sobre el otoño, uno o dos corderos por oveja. Si alguna oveja paría en el campo, había que atenderla. Los corderos recien paridos se quedaban en la paridera, los cuales se engordaban en la canal a cebo durante unos tres meses para después venderlos para sacrificarlos. Las que nacían ovejas, al principio se quedaban en la paridera y con el tiempo, poco a poco, se iban incorporando al rebaño. Llegó a llevar en el ganado unas 240 cabezas.

Estaba permitido llevar con el rebaño, cuatro o cinco mardanos, como sementales, para que dejaran embarazadas a las ovejas. Más o menos, un mardano por cada 50 ovejas. Si no se quería que las montaran, se le ponía a los mardanos unos mandiles. También estaba permitido llevar tres cabras para guiar el rebaño. Y los perros.

La vida de los pastores era muy dura. Iban, normalmente de generación en generación. Siempre iban provistos de un garrote, albarcas, pedugos, el morral o zurrón, una manta, bebida y comida. Trabajaban todos los días, escepto el día de su patrón. Sus esposas les ayudaban en todo lo que podían, normalmente en el ordeño y en la paridera que tenían en el pueblo. Cantaban alguna coplilla.

El veranillo de San Miguel, a finales de septiembre y principios de octubre era el tiempo del año preferido por los pastores, que podían llevar sus rebaños con más libertad por todo el término, ya que se habían terminado las tareas de recogida de la cosecha. El término estaba limpio y todo el cereal cosechado.

Las parideras forman parte de los elementos arquetectonicos que podemos encontar por el campo. Estaban destinadas a guarecer los rebaños de ovejas que pastaban por el término, dando cobijo tanto a ganados como a pastores muchos días del año. Los corrales de las parideras están formados por una zona cubierta, otra descubierta y el habitáculo para el pastor. Para su edificación se utilizaban las piedras propias del terreno. El tejado formado por teja árabe. En el campo nos podiamos encontrar con la paridera del monte, tres parideras en valmayor, cinco parideras en la Peña.

Paridera

Cortaban ramas de chopo y olmo para darles de comer. Jugaban de vez en cuando a algún juego. Conocían perfectamente el término, remedios caseros para curar a las ovejas. Eran expertos en predecir el tiempo a través del aspecto de las nubes, del cambio del viento o del conportamiento de los animales. Era una vida muy solitaria.

Podemos encontrar balsas y abrevaderos para que puedan saciar su sed las ovejas, unos al lado de las parideras y otros juntos a caminos de paso del ganado. Antes había mucha agua en el campo. Podiamos encontrar abrevaderos en valdepizco, valmayor, san roque, la pozuela, el chorrillo, las suertes, zaragocilla, fuente de la mujer, la sierra, valdeperales.

Todos los animales necesitan sal para su equilibrio alimenticio, las ovejas no van a ser menos. Los pastores detectaban que las ovejas necesitaban la sal porque empezaban a comer tierra, entonces les colocaban la sal en unas grandes piedras planas que siempre tenian fijas en un pequeño llano.

Una vez al año acudián los esquiladores, normalmente para San Pedro, y dar buena cuenta de la lana de las ovejas, que luego los ganaderos la vendían.

También en el pueblo había un cabrero. Por las mañanas recorría las calles del pueblo tocando un cencerro, avisando y pasando por las casas en que los vecinos tenían alguna cabra, para que las mujeres o los chavales las sacasen a su paso. Se la llevaba y las concentraba todas juntas en la paridera el esquilo, sita en la calle del cerro. Cuando las tenía todas controladas se las llevaba a pacentar durante toda la jornada y ya por la tarde, de vuelta, no hacía falta que las llevara a sus dueños casa por casa, sino que las mismas cabras cuando llegaban al pueblo, ellas solas se dirigían cada una a su casa. De las cabras se obtenían cabritos, leche, calostros y queso. El cabrero se llamaba Domingo, pero se conocía como Mingo. Cada dueño de la cabra le pagaba una cantidad al cabrero por su trabajo y otra cantidad al pueblo, a la hermandad, por los pastos.