LA UVA

UVA DE GRAN CALIDAD. LA VENDIMIA

Con una superficie de unas 300 Ha, de viñedo el pueblo de Olvés recoge aproximadamente 1.200.000 kilos de uva anualmente, la cual es llevada a la cooperativa de «San Isidro» sita en Maluenda, para ser embotellado con el nombre de «Castillo de Maluenda» entre otras nominaciones.

Era la principal actividad agrícola. La viña se plantaba en las laderas de los montes aprovechando cualquier espacio cultivable. Se aprovechaban también los terrenos más pedregosos y de mayor altitud. Era un cultivo social. En marzo o antes se preparaban las nuevas plantaciones de viñas. Se marcaba el terreno con cañas, se cavaban los hoyos y se plantaba el pámpano. La variedad más común de uva negra, la garnacha, acompañada de otras como el probechón, monaltel, garnacha roja. Y de uva blanca, robal y macabeo. Actualmente también tenemos las variedades de Tempranillo, Shyrak, Garnacha, lo que hace que junto con la altitud del pueblo, los vinos sean de excelente calidad. La recolección suele hacerse durante el mes de Octubre. Desde el Pilar hasta Todos Santos.

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Antes de recoger las cosechas los viñedos llevan muchos trabajo durante todo el año. Hay que labrarlos, en marzo una primera reja y más adelante una segunda, podar las cepas en enero, recoger los sarmientos a principios de febrero, escabucharlos, en marzo, cavando alrededor del troco de las cepas para eliminar las malas hierbas y apartar la tierra vieja, picarlos, azufrarlos, sulfatarlos, esbornizarlos quitar de la cepa los sarmientos sin uvas, en junio, despuntar los pámpanos largos. Para tales tareas el agricultor se ponía el camisón, el zamarro, las abarcas, el sombrero de paja. La gabillas de sarmientos atadas con cencejos se acarreaban a casa junto con cepas para el fuego del hogar. Las comidas típicas de aquella época eran los guisos de patatas con bacalao y las sardinas de pico con tomate.

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Cada agricultor recogía su cosecha cortando los racimos de uva con el gabañete y echándolos a los cestos de mimbre  o de plástico, los cuales se echaban en cuévanos de mimbre o en remolques para su transporte. Los cuévanos se tranportaban con las caballerías de dos en dos y se dejaban otros dos en el tajo para no dejar de coger uvas. Otra forma de transporte era el carro y después llegaron los remolques con el tractor en los cuales al principio se transportaban en sacos de plástico y después directamente al remolque, al cual se le ponía una lona para que no se fuera el mosto.

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Los agricultores, la cosecha la utilizaban para hacer vino, el cual parte se vendía y parte para su consumo. La uvas se llevaban a la una pisadera en la que se pisaban con los pies descalzos. A continuación se echaban al lagar bien pisadas y allí se esperaba unos días a que fermentaran. Había que tener mucho cuidado con el tufo. Cuando terminaba de fermentar había que mecer el tino. Se llevaba a los tinos en donde estaban las prensas para prensarlo. Dicha operación solía durar desde Todos Santos hasta San Martín. Al final se llenaba el vino en botos, y de los botos a las cubas de madera. Había cubas de madera de varias medidas, de 5, 10, 0 20 alqueces. Un alquez 120 litros. Las rapaduras de los racimos de uvas que quedaban una vez prensadas se sacaban a las calle en montones. Era un buen sitio para que los zagales jugaran con los montones de orujo. Las mujeres cogían de los lagares cántaros de mosto para hacer arrope y mostillo. Quien no se ha comido para merendar un bocadillo de mostillo.

Luego llegaron las cooperativas, que en un principio se crearon para salvar y proteger al agricultor, porque resultaba mejor y más rentable el producto en conjunto, que en forma individual. Pero por desgracia, con el tiempo se ha demostrado que ha sido todo lo contrario, por lo menos en nuestro entorno. Cuando se transportava la uva y llegaba al pueblo se pesaban en la báscula de la plaza y se depositaban en dos silos, uno para la uva blanca y el otro para la negra. Los remolques se descargaban con horcas y más tarde se fabricaron en volquetes. Existía otro silo en el que también se recogia la uva y en el cual los cuévanos se pesaban en una báscula pequeña. Desde el pueblo a la cooperativa se transportaba en grandes camiones, los cuales se llenaban a horca.

Algunos agricultores destilaban el vino en alambiques para conseguir el aguardiente.